Hace ya muchos años, empezaba la historia de una flor, una pequeña, dulce e inocente flor; débil se decía ella. Vivía rodeada de colores vivos, aromas dulces y cantos matutinos; para ella, todo un paraiso. Pero con el pasar del tiempo iba viendo como algunas plantas a su alrededor iban desapareciendo; algunas por elección propia otras por actos crueles de la naturaleza.
Y empezó a sentirse sola en medio de la nada, no encontraba refugio en las noches obscuras y sus lamentos hacían eco en el infinito vacío que la rodeaba. Muchos insectos la visitaron, al principio para entablar amistad pero luego lograban hacerle daño.
Y fue así que esta flor aprendió (o debo decir encontró) la manera de defenderse. Una espina había aparecido. Una espina que la protegió del mundo, que le hizo compañía por las noches, que, en su momento, le hizo pasar lo mejores años de su vida.
Pero el destino tiene maneras raras de prepararnos para el futuro. La espina no sólo le daba todo lo que le dió, también la hacía débil, la marcó de tal manera que su esencia nunca sería igual. Destino cruel o incierto, flor y espina no pudieron seguir juntos. Una optó por nuevas flores; otra, por nuevos refugios.
Refugios que la llevaron a los brazos de quien por ahora es su portador. Él maravillado con su belleza (tanto interna como externa) no quiso más que tomarla y llevarla consigo. Se la colocó en la solapa, cerca del corazón, donde pensó estaría mas a gusto. Pero dicen que el despertar luego de un dulce sueño es a veces chocante.
La flor extrañaba a su espina; aquella que era tan querida, que tanto bien le hizo en años anteriores. Y la espina aprovechó la situación para aparecer esporádicamente. Con cada aparición empezaba a dañar al portador. Este suplicaba a la flor que dejase a la espina de lado, que no la nesecitaba ahora. Intentó arrancarla, pero todo intento era inútil, con cada intento la flor lloraba y decía que si hacía daño, era sin querer.
Tonto portador... aceptó el dolor con tal de ver a su flor feliz. Pero fue tanto el dolor que no pudo más. Apartó a la flor del pecho e intentó dejarla en el campo donde la encontró. Ella lloró desconsolada, juró que era él a quien amaba; la otra era sólo una amiga, la misma que les hacía daño y por tal motivo no volverían a tener contacto.
Pero esa espina era de aquellas que podrías creerlas cortadas… pero luego te das cuenta que sólo habían sido cambiadas de lugar para luego re aparecer. Resulta ahora que la flor quiere tener a la espina por que era ella quien la tuvo a salvo en el pasado; los buenos recuerdos juntos eran (son y serán) imborrables; cree que es justo tenerla aún en su vida (como amigos) aun cuando haga daño a su portador y a la relación que lleva con él. El no tenerla cerca le hace tanto daño, exclama.
Grita a los cuatro vientos que su portador es importante y que no habría otro que la hiciera tan feliz, pero la espina es parte importante de su vida y no quiere dejarla ir. Y al parecer no lo hará, aún cuando esta espina es la razón por la cual el corazón del portador derramó dos gotas de pena al ver la reaparición de la misma en una vida tranquila y llena de planes.
Quiso este arrancarla, decir que les hace daño, cuidarse de posibles heridas; pero la flor insistía que el daño pasado fue sin intención y que no volvería a pasar (como tantas veces sucedió en el pasado), que no era justo querer quitarle aquello que le hizo tanto bien, no era justo ponerla en la encrucijada de decidir entre su portador o la espina a la que tanto cariño le tiene.
El portador, consiente de esto, ha decidido esperar tranquilamente el final inevitable… pues el cansancio de llevar consigo una flor que necesite a una espina es enorme; pero más cansancio tendrá una flor que, por querer vivir con una espina, puede perder al portador.
Pobre flor, me recuerda un poco a la del Principito, que por creerse bella lo único que hizo fue alejar al pequeño. Igual hace esta flor, que por querer vivir rodeada de un pasado, está afectando su presente, modificando así lo que pudo tener un futuro.
Grita a los cuatro vientos que su portador es importante y que no habría otro que la hiciera tan feliz, pero la espina es parte importante de su vida y no quiere dejarla ir. Y al parecer no lo hará, aún cuando esta espina es la razón por la cual el corazón del portador derramó dos gotas de pena al ver la reaparición de la misma en una vida tranquila y llena de planes.
Quiso este arrancarla, decir que les hace daño, cuidarse de posibles heridas; pero la flor insistía que el daño pasado fue sin intención y que no volvería a pasar (como tantas veces sucedió en el pasado), que no era justo querer quitarle aquello que le hizo tanto bien, no era justo ponerla en la encrucijada de decidir entre su portador o la espina a la que tanto cariño le tiene.
El portador, consiente de esto, ha decidido esperar tranquilamente el final inevitable… pues el cansancio de llevar consigo una flor que necesite a una espina es enorme; pero más cansancio tendrá una flor que, por querer vivir con una espina, puede perder al portador.
Pobre flor, me recuerda un poco a la del Principito, que por creerse bella lo único que hizo fue alejar al pequeño. Igual hace esta flor, que por querer vivir rodeada de un pasado, está afectando su presente, modificando así lo que pudo tener un futuro.
9 comentarios:
Que buen relato mi bello precioso...
si pues es verdad lo que pones hay personas que aveces dejan pasar buenos momentos o dejan pasar a su verdadero amor por vivir todavía en el pasado y no querer dejarlo atras y seguir su camino y mirar nuevos horizontes.
el tiempo pasa tan rápido, hay que vivir el presente.
un gran abrazote
lindos días para ti
besitos miles
alas,...
No hay un estado "ideal"... solo o acompañado, con espina, sin espina... lo importante es disfrutar del día!!!
Saludos desde Argentina.
La soledad a veces nos hace tomar caminos equivocados.. siempre hay una espina que nunca sacaremos.
Bonito tu relato mi amigo, te dejo mis saludos y una gran abrazo Marco A. besos y cuidate..
Muñeco, Las minis te envian sus cariños.
La soledad es el imperio de la conciencia...
Abrazos!
Que lindo texto, me gusto mucho...
Oye, ademas: FELIZ AQUELARRE!!!!
Angelito: Como le decía a una personita... la idea no es "darle una patada al pasado y dejarlo atrás", es aprender de él y seguir adelante.
Atarnos al pasado trae consigo muchas cosas... incluso energía que debió quedarse allá.
Por lo pronto al parecer las alas trajeron nuevos vientos... todo va bien!
Besos de luz angelito.
Rosarioso: Tu lo has dicho, lo importante es disfrutar el día... el problema fue cuando no nos dejaban hacerlo.
por ahora todo bien... esperemos que siga así.
Abrazos de oso
Mine: Muñeca, diles a las minis que les mando millones de besos... les mandaría chocolates, pero dudo que lleguen a su destino XD
Alberto: Es eso y algunas veces es el castillo de nuestros miedos...
Abrazos,
Claudio: Nenus!! Feliz Litha... o debería decir Yule... aún no me nace celebrar con este hemisferio.
Será que mi esencia está del otro lado del ecuador???
Besos nenus...
Kära vän tu post me duele.. me hincó la espina.. sin querer hay un pétalo y espina de una flor mía.
¡Arriba!
Beso y abrazo.
Me mató lo que dijo Alberto : "La soledad es el imperio de la conciencia"
No pues yo identificada con lo dicho en tu poema aveces hay flores muy bellas pero no tienen un gran olor más vivir del pasado es no cominar no trasiendes, la espera angustia y la soledad hace grande al alma
No pues yo identificada con lo dicho en tu poema aveces hay flores muy bellas pero no tienen un gran olor más vivir del pasado es no cominar no trasiendes, la espera angustia y la soledad hace grande al alma
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