martes, julio 03, 2007

Una noche de luna azul

Antes de postear la entrada de hoy quería agradecerles chicos, las palabras y el apoyo de los amigos es lo que te reconforta en momentotos así! Ahora sí... el post de ahora está un poco largo, y es que pensaba postear el cuento que nos pidieron en la clase de literatura. Se supone que debería ser un cuento corto (dos páginas a lo más) pero cuando la inspiración llega no hay vuelta que darle. Espero les guste


Una noche de luna azul


Era de noche, casi media noche, y Alonso no sabía por qué se encontraba tan ansioso. La tormenta ya había pasado y la ciudad se encontraba en calma; no habría razón aparente para seguir a la expectativa de que suceda algo más.

Pero él estaba seguro que las cosas habían cambiado, por algún motivo esa noche era diferente. A pesar de no creer en la magia esa noche tenía algo; un rastro invisible que parecía unir el mundo de siempre con un mundo al que nunca había accedido, sólo en sueños.

Esa era una noche de luna azul, se le dice luna azul a aquella luna llena que aparece dos veces en el mismo mes (fenómeno que no se da tan a menudo), y todo en la calle tenía, extrañamente, un tono medio azul. Incluso el césped esa noche tenía una tonalidad media extraña, parecía de un azul metálico extraño.

Alonso decidió salir por fin de su cuarto, había estado metido en la cama durante toda la tormenta y miraba lo que sucedía por la ventana de su cuarto. Veía como el viento arremetía contra las casas de la cuadra, como la lluvia inundaba toda la calle. Al parecer fue tan dura que las personas huyeron a otros lados, ya que no se podía ver ni un alma, al menos hasta donde se podía ver.

Un silencio sepulcral invadía la casa, se paró junto a la puerta de su cuarto intentando escuchar a sus amigos. Sabía que con una tormenta así al menos Renato debería estar en la sala esperando que pase. Curioso fue el no escuchar ruido alguno, incluso Nikko, su perro, parecía estar o apaciblemente dormido o apaciblemente desaparecido.

“Tal vez los chicos estén fuera”, pensó para sentirse más tranquilo. Pero era raro que Nikko no hiciera ruido alguno. Era el perro más ruidoso que había tenido y eso lo ponía un poco inquieto. La casa estaba muy tranquila y toda cubierta de un raro manto azul. “Reflejo de la luna y la ciudad” volvió a pensar. Una casa de dos pisos a veces puede ponerse muy tenebrosa en estas situaciones.

Revisó los cuartos de sus amigos, sólo para cerciorarse que realmente estaba solo. Todo en orden y en calma. Bajó a la planta baja cuando de pronto la tormenta pareció renacer como por arte de magia. Un trueno lo sobresaltó y el rayo iluminó la sala con el mismo tono de azul de la calle. La escena era demasiado tétrica como para seguir parado sin hacer nada.

Corrió al patio trasero pasando por la cocina, en busca de Nikko. No había nada, literalmente nada. Cuando abrió la puerta sólo se encontró con un vació absoluto, con nada, sólo oscuridad. Como si la casa hubiese sido tragada por el universo y devuelta al olvido de los tiempos. “No puede ser...” - pensó – “...esto sólo pasa en las películas.”

Miró por la ventana para asegurarse que lo que estaba viendo no era mentira. Pero aún podía ver su calle, la misma que vio por la ventana de su cuarto, afuera. Corrió a la puerta principal y cuando la abrió, nada. Todo oscuro, era como si la casa le quisiera mostrar lo que había afuera, pero no lo dejara salir.

Un “beep” se oyó en la casa, el eco que se producía en el vació no hacía otra cosa que incrementar la tensión y la oscuridad de la noche. Un mensaje en la máquina de mensajes : “Sorry Alonso, se me hizo tarde y recién estoy llegando a mi... ja ja ja, olvídalo ya te vi en el porche... un beso”.

Era la voz de su prometida, pero ¿a quién había visto? No era posible que estuviera en el porche de su casa, él no había salido de la casa – de eso estaba seguro – a demás, no se vería con Brenda si no hasta mañana. ¿Es que acaso ella estaba viendo a otro? No, no era posible, a demás ella mencionó su nombre. La tensión debía estarle jugando una mala pasada. Tenía que concentrarse y salir de ahí para poder llegar al fondo de todo.

Volvió a mirar por la ventana, la tormenta seguía afuera. Lo curioso es que no llovía, sólo truenos y relámpagos. “Saldré por la ventana.” – pensó – “Si las puertas no funcionan por algún extraño motivo, usaré las ventanas.” El resultado fue el mismo, ni bien abrió una de las ventanas, la calle desapareció, la tormenta como si nunca hubiese existido... sólo la nada estaba presente.

Empezó a sofocarse, sentía que no tenía salida y no entendía lo que pasaba. Pensó que seguía dormido, que estaba en medio de una pesadilla. Se repitió varias veces “esto es sólo un sueño”, se pellizcó otro par, pero siempre con el mismo resultado; nada cambiaba.

El azul de las cosas ya no era un azul tranquilizante, se volvió un azul que lo alteraba, que lo hacía sentir inseguro e indefenso. Tenía que cambiar todo, tenía que encontrar algo diferente, “sólo así podré salir de todo esto” llegó a decir.

Buscó por toda la casa, cuadros, muebles, libros; todo tenía un extraño color azul, propio o no, no lo sabía, sólo sabia que todo era azul. “Sólo hay una salida a todo esto.” Y diciendo esto se dirigió a su cuarto. Revisó entre sus gavetas, sacó una foto y un par de cosas más. Se sentó en su cama, abrazó la foto muy fuerte, murmurando algo la besó y la dejó sobre la cama.

Decidió dormir, dormir para salir de esta pesadilla color azul. Necesitaba darle color de nuevo, darle color a su vida otra vez. Había entrado en una fase de monotonía y depresión hacía algunos meses, y su vida se estaba pareciendo un poco a esa casa azul, sin vida y lúgubre.

“Quiero salir de aquí!” gritó, sin escuchar respuesta alguna. Una mancha de color carmesí tiñó la alfombra de la habitación y Alonso se sumió en el más profundo sueño.

Sonó el despertador, 8.00 de la mañana de un día soleado. El tráfico y las aves crean una extraña orquesta. Se puede escuchar ruido en la planta baja de la casa, el televisor prendido, gente charlando y riendo, a un perro ladrar. Alonso se da la vuelta para poder apagar el despertador.

“Todo fue un sueño, sólo eso” – pensó – “ahora todo volverá a la normalidad. Volveré a la monotonía de siempre.” Logró despertarse por completo, se sentó en la cama y encontró la foto que sacó la noche anterior de la gaveta. Una foto de él y su prometida. Empezó a creer que no fue sólo un sueño. Un rasguño en un de sus brazos le hizo voltear hacia la alfombra. Donde estaría la mancha de sangre lo único que encontró fue una nota: “Una luna azul es un milagro de la naturaleza al igual que la vida; sólo debes encontrar como ponerle color a ambas para poder salir bien.”